Los ‘llibrets de falla’, señas de nuestra identidad fallera
El mes de marzo es la época del año en la que en València empezamos a notar que los días son más largos, las noches más cálidas y las ganas de salir a la calle mucho más intensas. Nos vienen los aromas típicos del periodo primaveral: los naranjos en flor, los jazmines. Pero también otros olores empiezan a hacer su aparición en nuestra memoria: los buñuelos, el chocolate, la pólvora. Y es que para los valencianos la llegada de la primavera tiene una referencia muy clara que marca nuestra identidad: las fallas.
Se trata de la gran fiesta por antonomasia de los valencianos que moviliza a los cientos de casales y juntas falleras a ponerlo todo a punto para su celebración.
A lo largo del año decenas de miles de falleros se reúnen en comisiones y agrupaciones para preparar unas fiestas que marcan el cambio de estación y describen el carácter festivo y desinteresado de los habitantes de este trozo del Mediterráneo. Meses de preparación para organizar unas actividades y erigir unos monumentos que, en la mágica noche del 19 de marzo (día de San José), serán consumidos por las llamas.
Pero no todo arde y es olvidado después de las Fallas. Hay un elemento que queda en el tiempo y año tras año va trazando un rastro que ofrece valiosa información y testimonio de la evolución e historia de cada una de las fallas, el llibret.
Para los no iniciados en el mundo fallero, el llibret es una publicación anual, siendo de hecho un elemento diferenciador de otras fiestas del fuego. Esta publicación se edita entre febrero y principios de marzo como preludio de la semana fallera, generalmente financiada con pequeños anuncios de los comercios del barrio e incluso de empresas de mayor relieve. Habitualmente tienen un formato de cuartilla.
El llibret representa una pieza muy importante para los falleros, ya que perdurará en el tiempo como testimonio de las experiencias vividas en la comisión a lo largo de todo el ejercicio fallero. En muchas ocasiones se ha convertido en el elemento destacado por el que son conocidas algunas comisiones falleras. Tanto por su contenido, formato y diseño, como por prepararse un acto exclusivo para su presentación.
La importancia del llibret de falla como elemento del Patrimonio Cultural de las Fallas
Si hay algo que caracteriza las Fallas es su inmaterialidad y su tiempo efímero. Su carácter festivo y el reinicio cada año de un nuevo ejercicio fallero hace que desde el primer día parezcan ejercicios distintos.
Es el llibret de falla pieza clave del patrimonio documental ya que, al ser testigo directo y fuente cultural, nos ofrece la oportunidad de recomponer en gran parte la historia de cada comisión fallera. Sobre todo lo fue en la primera etapa de la historia de esta fiesta cuando no existían las sedes festeras (casales) ni la fotografía, por lo que su primigenia existencia debió ser muy breve y no se conservan apenas ejemplares.
El llibret de falla no se entiende fuera del contexto fallero. En sus inicios estaba exclusivamente relacionado con la demarcación de cada comisión fallera, unidad geográfica de calles y plazas involucradas en la fiesta de de cada comisión. Sin duda la sensibilización por la conservación documental, como legado histórico de la comisión fallera, considera el llibret de falla un elemento patrimonial destacado.
No obstante, son cada vez más las comisiones que amplían su llibret con artículos de investigación, divulgativos e información sobre todo lo que tengan que ver, o se aproximen, a temas de las fiestas josefinas. Algunos llibrets de falla son auténticas obras de arte, con un diseño y una maquetación muy cuidadas, por lo que suelen ser presentados a concurso.
La Explicació i Relació de la Falla
Las fallas más antiguas que se conocen, entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, tenían su mensaje encriptado al gran público que las visitaba. Algún elemento o alguna situación hacía que pudiera descubrir e interpretar el jeroglífico que los autores de la falla habían ideado.
El Llibret de Falla entronca directamente con la tradición de la literatura popular del siglo XVIII, crítica y satírica. Estas composiciones literarias, principalmente escritas en valenciano, eran la literatura de canya i cordell, los conocidos coloquios, aucas, romances, cantares, sainetes, coplas, gozos, etc.
Antes del formato actual del llibret, el argumento de cada falla estaba impreso en las hojas volanderas que se pegaban en las fachadas de las casas alrededor de cada falla y que contenían los versos en valenciano con las explicaciones sobre la misma. Tenían la misión de ayudar al público a comprender la falla, conteniendo elementos y símbolos que guiaban al espectador hacia el significado del argumento.
El Archivo Histórico Municipal de Valencia conserva un ejemplar impreso de los versos de la falla del carrer de Sent Narsís, así como un texto manuscrito con los versos de la falla del carrer de Avellanes, ambos de 1850.
Josep Bernat i Baldoví. Origen del llibret de falla
Josep Bernat i Baldoví nació el 19 de marzo de 1809 en la localidad valenciana de Sueca. Se doctoró en Derecho y se dedicó principamente a la política, llegando a ocupar los cargos de alcalde en Sueca y diputado a Cortes.
Su relación con la literatura le llevó a fundar tres semanarios (La Dolsaina en 1844, El Tabalet en 1847 y El Sueco), a escribir varias obras de teatro, miracles, para representar en la fiesta de Sant Vicent y diversas poesías para otras publicaciones.
Escribió algunas explicaciones de fallas y fue el creador del llibret de falla en 1855 para la plaza del Almudín (el famoso ‘el conill de Visanteta’). Siguió escribiendo llibrets hasta 1861, dejando para la posteridad esta nueva forma de publicación fallera.
Estos primeros llibrets de falla tenían forma de libreto en octavo, conteniendo únicamente la explicación de la falla en verso y en valenciano. Algún caso aislado presentaba una introducción en prosa y en castellano. Por este motivo inicialmente se les denominaba “relación y explicación de la falla”, hasta que a partir de 1890 comenzó a utilizarse el término llibret de falla.
Baldoví tiene otros llibrets que, según Josep Lluís Marín en su libro Sàtira i falles, fueron los ya citados de las fallas plantadas en la plaza del Almudín los años del 1856 al 1858 y en el año 1860. Además del llibret de la plaza del Tossal en 1858 y 1861 y del Teatro Principal de 1858 y1859.
Baldoví utilizaba una narración erótica, irónica, con metáforas y dobles sentidos. Solía añadir puntos suspensivos que anunciaban que venía un chiste de contraste. Hacía un uso ingenioso del lenguaje jurídico, y metafórico. Cambiaba con facilidad del castellano al valenciano, dándole a la narración un toque muy personal. También era asiduo a hacer autoplagio para que al lector le fuera más fácil ver identificado al autor en cada una de sus obras.
El llibret plasmaba de ese modo el carácter contestatario de las fallas, algo que hoy en día pasa desapercibido para la gran mayoría de la gente, eclipsado por la espectacularidad de algunos monumentos, pese a ser hoy más necesario que nunca.
El primer llibret de Falla
Baldoví escribió varias obras de teatro, la gran mayoría en valenciano, representaciones de miracles para las representaciones de los altares en las fiestas de San Vicente, poesías para carnavales. También escribió varias explicaciones de fallas desde los años 1850 y 1861, redactando así el primer llibret de falla que se conoce: el de la plaza de Almudín (1855). El librito narra la historia de una “llauradora» de Burjassot quien, al encontrarse necesitada de dinero, se ve obligada a ir a València para prostituirse. Literalmente, a vender su “conill” al mejor postor.
El llibret de falla como Anuario de la comisión fallera
La fiesta fue creciendo con el paso de los años, y las comisiones falleras tuvieron más estabilidad. El llibret de falla fue fiel reflejo de dicho crecimiento, convirtiéndose poco a poco en un elemento más de la comisión al incluir más apartados y dejar de ser la explicación en verso el elemento principal del llibret.
Incorporó la junta directiva y más tarde el listado completo de falleros y falleras, el saluda del presidente, el boceto de la falla con el artista fallero y el lema (a veces omitidos ambos), el programa de festejos, otras poesías festivas, fotografías de la falleras mayor e infantil y las poesías a ellas dedicadas, publicidad de los comercios además de la memoria anual de las actividades y actos realizados por la comisión.
Todos estos elementos hacen de cada publicación una manifestación de las relaciones internas (personas de confianza o familiares en cargos directivos) y de las relaciones externas (el comercio del barrio, otras asociaciones e incluso instituciones políticas).
El llibret de falla como contenedor cultural
La última etapa del llibret de falla se dio al ampliar el formato anterior con artículos de opinión, divulgación, información o investigación, creciendo mucho más en volumen. Principalmente se eligen temas valencianos y temas estrechamente relacionados con el argumento de la falla, principalmente la falla grande, formando así un apartado monográfico.
Escritos por los propios falleros, o gente externa más o menos conocedora o experta del tema del artículo a escribir. El interés del llibret trasciende claramente de esta manera el ámbito del barrio, convirtiéndose en una publicación de consulta obligada.
Hay comisiones que cuidan su llibret de falla, tanto en los contenidos como en el diseño, llegando incluso a tenerlo como un elemento por el que es conocida la comisión fallera.
El llibret, que apareció subordinado a la falla, es ahora en esta etapa de la evolución, un elemento más que generalmente sigue manteniendo la relación con la falla tanto por los versos como los artículos, pero como un elemento totalmente autónomo.
Concursos para llibrets de falla
La evolución del llibret de falla está estrechamente relacionada a la creación de los premios dirigidos a su contenido y forma. Durante el primer tercio del siglo XX, se crearon al menos 11 concursos conocidos destinados a premiar la mejor explicación en verso y solo algunos al mejor artículo, como por ejemplo el de la Academia Valencianista del Centro Escolar y Mercantil entre 1918 y 1927. Vamos a comentar en los que las comisiones falleras pueden participar en la actualidad.
El que más importancia cogió desde su inicio y el único que se mantiene de aquellos iniciales es el creado por Luis Cebrián dentro de la asociación valencianista Lo Rat Penat en el año 1903.
Dividido en diferentes categorías, el máximo galardón se denomina Extraordinario Bernat i Baldoví. Se reparten más de 200 estandartes de premio entre las categorías adulta e infantil (general y novel) para los llibrets de la JCF, además de otras dos para el resto de la provincia y otra para la comunidad autónoma, y dos premios para la mejor portada ilustrada.
Para conocer los premiados, sin duda el trabajo recopilatorio de Alicia Palazón (2003) es el más completo.
El primer premio que se concedió fue un galardón y el agraciado fue el llibret de la calle San Gil. El encargado de redactar ese llibret fue el poeta Rafael Azopardo. A partir de entonces fueron muchísimos más los poetas y escritores que se presentaron al concurso, ensalzando el certamen a lo más alto de las fiestas valencianas. En la actualidad es uno de los actos más importantes con que cuentan los falleros.
En los primeros concursos de llibrets se regalaba el Plat de Glòria, un dulce típico de merengue, almendras, yema y bizcocho donde con un escudo de València hecho de mazapán.
El llibret faller hace una gran referencia a la historia de las fallas y la cultura valenciana, potenciando el valenciano en su esplendor, dándole protagonismo a la memoria gráfica de cada ejercicio fallero.
La Dirección General de Política Lingüística y Gestión del Multilingüismo de la Conselleria de Educación, Cultura y Deporte de la Generalitat Valenciana otorga desde 1993 una subvención para premiar el uso del valenciano en los llibrets de falla. Actualmente hay dos categorías, Comunidad Autónoma y València capital.
También los Ayuntamientos y Juntas Locales Falleras de varios ayuntamientos convocan premios a los mejores llibrets, como Alzira, Borriana, Gandía, Sagunt o Torrent. También, varias asociaciones convocan premios de poesía, como el premio Iaraní al mejor artículo (1996) o el premio de poesía Joan Climent de la asociación cultural Premi Iaraní (1998).
Bajo el paraguas de la Federació de les Lletres Falleres, fundada en 2011, hay una red de comisiones falleras, entidades y asociaciones que otorgan diferentes premios:
- Premi Soler i Godes al mejor artículo de temática fallera de la comarca de l’Horta (Associació d’Estudis Fallers, València)
- Premi Malva a la mejor poesía satírica (Falla Plaça de la Malva, Alzira)
- Premis Mocador y Emili Llueca al mejor ensayo sobre fallas y cultura popular en la Comunidad y el Camp de Morvedre (Falla El Mocador, Sagunt)
- Premi Mestre Ortifus a la coherencia temática y mejor portada (Associació d’Amics del Mestre Ortifus)
- Premi Climent Mata a la mejor maquetación (Junta Local Fallera de Xàtiva)
- Premi COMFET al mejor contenido infantil (COMFET, Torrent)
- Premi Portal de Valldigna a la mejor poesía lírica (A.C. Falla Portal de Valldigna, Tavernes de la Valldigna)
- Premi Murta al mejor microrrelato (Junta Local Fallera de Alzira)
- Premi Bernat i Baldoví al mejor sainete publicado (Junta Local Fallera de Sueca)
- Premi Ü a la mejor ilustración publicada
- Premi Lletres Falleres al mejor llibret de falla
Y la maquetación y el diseño también compite con otras publicaciones en premios a nivel nacional, como es el caso de los llibrets de la falla Mosén Sorell-Corona que han ganado los premios de diseño ADCV y Laus. Porque los llibrets de falla son también obras de arte cuando el contenido, diseño y maquetación son buenos.
Difusión de los llibrets de falla
El llibret de falla ha tomado un impulso inusitado como pieza cultural destacada desde hace pocas décadas. Los primeros pasos para ponerlo en valor fueron las investigaciones publicadas por diferentes eruditos e historiadores como Luis Tramoyeres (1894), Eduard Genovés Olmos (1911), Josep Navarro Cabanes (1922), José María Ribelles Comín (1950), Francesc Almela Vives (1958) o Josep Lluís Marín i García (1990), además de los estudios en otras localidades o las antologías de los poetas festivos.
Hay archivos, bibliotecas y hemerotecas públicas y alguna privada, que contienen colecciones antiguas de llibrets para observar la evolución de los contenidos y diseños. Además, ha aumentado las últimas décadas el coleccionismo fallero centrado en llibrets como objeto de veneración. A ello han contribuido la Fira del Col·leccionisme Faller que organiza JCF, la Mostra de Llibrets de la CV de la Federació de Falles de Gandía y la Associació d’Estudis Fallers, u otras exposiciones.
El desarrollo de internet y las redes sociales ha contribuido a la difusión del llibret de falla, no solo como testimonio de la actividad fallera, sino también como objeto producto de una manifestación literaria, social, económica y artística.
Por ello es tan importante cuidar la presentación final del producto al maquetar e imprimir, ya que será utilizado y conservado por muchas personas.
Autor: Javier Mozas + La Imprenta CG
Algunos llibrets que hemos impreso en La Imprenta CG
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