Es posible que nos hayan convencido en alguna ocasión de que una buena gestión del color posibilita este objetivo, WYSIWYG. Esta expresión, que en realidad son las iniciales de la frase inglesa «What You See Is What You Get», traducido al castellano «lo que ves es lo que obtienes», dista bastante de ser del todo cierta y muchos afirman que es totalmente imposible, por lo menos al cien por cien.
La gestión del color y WYSIWYG
Aunque la gestión del color haya llegado en su largo recorrido a ciertos avances, sobre todo propiciado por las tecnologías más avanzadas de la actualidad: mejores respuestas de los monitores, calibradores de pantalla, software de calibración, etc., es posible conseguir que un monitor refleje o simule las limitaciones de una impresora o una máquina de imprimir.
Sin embargo, no solventan del todo las diferencias del entorno de visualización de los dispositivos: emisión o reflexión. Qué quiere decir esto, pues que los monitores emiten luz (cuanta más luz emite es más blanco, si no emite luz, es negro) y un papel impreso con tinta refleja la luz (si refleja toda la luz es blanco y si no la refleja, su apariencia es negra) y estas dos diferencias son cruciales para las sensaciones que recogen nuestros ojos.
Que la gestión del color es la mejor forma de conseguir la reproducción del color y evitar con ella desviaciones es indiscutible, pero quizás sea exagerada su defensión a ultranza, ya que no siempre se consigue el WYSIWYG.
Una prueba visual representada en un monitor es posible que coincida en cierta medida con la hoja impresa, pero nunca conseguiremos una identidad total, mientras existan diferencias de sistemas de representación, esto será así.
Y no solo con respecto a emisión y reflexión, si no dentro de los mismos campos de representación: Offset, plotter, impresora, proyector, monitor, etc.
Todo sistema de prueba o representación necesita de una interpretación en mayor o menor medida, dependiendo de la experiencia y de la sensibilidad del observador. La administración del color no conseguirá que nuestro monitor y nuestra impresora produzcan un color idéntico, pero sí producirán una coincidencia visual cercana y consistente que, con cierta habilidad, podremos utilizar como pronosticador preciso de la reproducción final.