Decorar con libros
Cuando me surgió este tema, no pensé que fuera tan complejo como ha resultado ser, cuando me he puesto a analizarlo en profundidad, he llegado a la conclusión de que solo puedo hacer referencia a una pequeña parcela de la realidad.
Todo empezó un día que, siendo como soy aficionado al bricolaje, estaba viendo un programa sobre el tema en la televisión, y observé con estupor como el presentador, tenía la genial idea de utilizar libros encuadernados en cartoné como estantes decorativos, para ello vaciaba parte del libro cortando las hojas, y los pegaba a la pared con unos soportes, yo siendo como soy amante de los libros y que tengo bastantes de ellos en mis estanterías, se me fue el alma a los pies, ¿es lícito este final para un libro?, tras su lectura o no lectura, ¿este es su destino?, un objeto para utilizar en otros menesteres.
Es posible que sea verdad lo que pretenden las nuevas tecnologías, y que lo verdaderamente importante de un libro sea el contenido y no el continente, ¡que es cierto!, pero que una vez leído su interior, solo sirva para hacer de cuña de una mesa coja o para albergar una petaca de buen brandy camuflada en su interior, o como parte de una obra de arte o …, no me parece bien.
Para mi un libro es más que un medio o un objeto, es un medio de divulgación, de entretenimiento o de expresión, es un objeto para saborear y hojear, para tocar, oler y ver. Poder hacer un recorrido con la mirada sobre la estantería donde están depositados, y pararse sobre ese libro que leíste hace años, y que de repente te ha llamado la atención, quizás porque te recuerda algún momento de tu vida pasada, y lo vuelves a hojear, quizás intentado recordar de que tema trataba, y hasta es posible que te apetezca volver a leer.
A mi entender estas sensaciones, no tienen cabida en el caso de los libros electrónicos, tienes el objeto, tienes el contenido, si te acercas el aparato a la nariz, puede que tenga cierto tufillo a electrónica, pero la sensación de pasar el dedo por la pantalla no es el mismo que el tacto del papel y el olor a tinta y si es viejo a papel añejo, y no hay cosa más triste que ver depositado el e-reader sobre la estantería ¿sobran las estanterías?
Dicen que estas sensaciones, están inmersas en nuestra genética, y que hasta que no pasen algunas generaciones, no vamos a poder deshacernos de esta tendencia, para mi el libro impreso tiene para rato, y aunque la escalada de los libros electrónicos sea importante e irremediable, tardará mucho tiempo en sustituirlo, si algún día ocurre.
Somos testigos de un cambio que busca nuevos soportes y sistemas de llegar al lector, quizás complementarios o sustitutivos, pero que están provocando un despertar por el culto al libro impreso, quizás ocurra lo que pasó en su momento con las tablillas, los papiros o los códices, el reinado de la imprenta y del formato de expresión y divulgación del libro ha sido extenso y el cambio nos viene de forma vertiginosa, pero esto solo el tiempo lo dirá.
G. K. Chesterton decía «Una descripción general de la locura podría ser que consiste en preferir el símbolo a lo que éste representa. (…) Mas los libros son también un símbolo; representan la impresión que el hombre tiene de la existencia, y puede sostenerse al menos esto: que el hombre que ha llegado a preferir los libros a la vida es un maniático del mismo tipo que el avaro. Un libro es, sin duda, un objeto sagrado. En él están las mayores joyas encerradas en el cofre más pequeño. Pero eso no altera el hecho de que cuando se valora más el cofre que las joyas ha empezado la superstición (…) Esto es idolatría: la preferencia del bien incidental sobre el bien eterno que éste simboliza. (…) En este sentido, la bibliomanía puede convertirse en una especie de ebriedad»