Seguimos repasando a los grandes de la historia del cómic para detenernos en la figura de uno de los autores que más alegrías ha dado a varias generaciones de hispanohablantes: Ibáñez.
Ibáñez: un historietista de creatividad desbordante
Francisco Ibáñez es el creador de míticos personajes y series como Mortadelo y Filemón, 13 Rue del Percebe o Rompetechos.
Francisco Ibáñez nació en 1936 en Barcelona, recién empezada la Guerra Civil. Su familia era de clase trabajadora y desde bien pequeño tuvo pasión por los tebeos. De hecho, cuando publicaron su primer dibujo, solo tenía 7 años y le pagaron 5 pesetas.
Tras acabar la educación básica, continuó su formación siguiendo la estela familiar paterna, estudiando contabilidad. Las aspiraciones artísticas, de momento, no parecían una carrera posible para un chico como él. Comenzó a trabajar de botones en el Banco Español de Crédito, al tiempo que colaboraba con revistas de historietas, especialmente en La Risa e Hipo, Monito y Fifí.
A finales de los 50, Ibáñez se había hecho un nombre entre los historietistas patrios y ya ganaba más como dibujante que en su trabajo en el banco (donde había ascendido). Por eso, decidió dedicarse a tiempo completo a dibujar para varias editoriales.
En 1957, empezó a colaborar con la editorial Bruguera, la más importante de la época. Al año siguiente, ya había firmado en exclusiva con ellos y comenzaba una época de esplendor con el nacimiento de algunas de sus historias más exitosas: Mortadelo y Filemón (1958), La familia Trapisonda (1958), 13 Rue del Percebe (1961), El botones Sacarino (1963), Rompetechos (1964) y Pepe Gotera y Otilio (1966).
Hasta el momento, sus personajes aparecían en revistas y publicaciones de Bruguera, como Pulgarcito o Tío Vivo. Sin embargo, a finales de los años 60 e influenciado por el estilo del cómic francés y belga de historias más largas, publica El Sulfato atómico, su primera parodia del mundo de los espías y los agentes secretos, y que resulta todo un éxito.
Bruguera decide aprovechar el tirón y lanza varias publicaciones exclusivas con los personajes de Ibáñez: Mortadelo, Súper Mortadelo y Mortadelo Especial; entre otras.
El ritmo de trabajo se vuelve entonces insostenible para Ibáñez, que podía hacer hasta 40 páginas a la semana. En esa época, muchas veces las historias salían como churros, tirando de colaboradores y exprimiendo al máximo su creatividad.
El amargo adiós de Ibáñez a Bruguera
Finalmente, en 1985, dejó la editorial Bruguera, que era la propietaria de los derechos de los personajes desarrollados por Ibáñez. A partir de ese momento, esas historias las realizaba un equipo dentro de la editorial, con Ibáñez totalmente desvinculado de las tramas de sus personajes.
Ibáñez comenzó a trabajar para la editorial Grijalbo, en la que creó nuevos personajes como Chicha, Tato y Clodoveo.
En 1987, entra en vigor la Ley de Propiedad Intelectual, que da la propiedad de las obras a sus autores y que devolvió los personajes de Ibáñez a su legítimo dueño.
Desde ese año, Ibáñez se une a Ediciones B y retoma las historias de Mortadelo y Filemón, de los que llega a hacer seis historias nuevas por año.
A lo largo de su carrera, se calcula que Ibáñez ha vendido más de 100 millones de ejemplares de sus cómics (y sumando).
Ibáñez recibió numerosos reconocimientos durante su vida. En 1994, le fue concedido el Gran Premio del Salón Internacional del Cómic de Barcelona por toda su trayectoria y en 2002 el Premio Oso a la labor de una vida en Expocómic. Además, ese mismo año recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
Hasta su muerte en 2023, Ibáñez fue una de las figuras más queridas del panorama cultural español, un autor que con sus obras ha acercado y sigue acercando la lectura y el humor a varias generaciones de niños y no tan niños.
¡Larga vida a Ibáñez, el maestro del humor!
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