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Consejos para guias de viaje 1

Estamos en plena temporada alta, las temperaturas suben, las maletas y mochilas se llenan y en el equipaje no puede faltar un básico: la guía de viaje.

Aunque siempre hay quien prefiere el salto sin red o un guía turístico de carne y hueso que le evite la molestia de leer mapas, las guías llevan acompañando a los viajeros desde hace siglos. Durante el Impero Romano, ya aparecen los “periplus”, que están considerados los precursores de las guías tal y como las conocemos hoy en día.

 

Uno de los “periplus” conservados es el griego “Periplus del mar Eritreo”, un documento manuscrito en el que se dan a conocer de una manera ordenada los puertos y lugares de interés en la costa y con distancias marcadas, lo que resultaba de gran utilidad para los capitanes de barco. Junto al “periplus” estaba el “Itinerarium” que cumplía el mismo propósito, pero en tierra firme, siguiendo las vías principales.

 

Como género literario, los libros de viajes aún son más antiguos. La “periegesis” era un género establecido en la Antigua Grecia, tradición que siguió cultivándose a lo largo del tiempo. Del siglo II DC data “Hellados Periegesis” (“Descripción de Grecia”) de Pausanias, una guía de lugares interesantes, trabajos arquitectónicos, escultóricos y costumbres curiosas de la Antigua Grecia, que aún hoy es utilizada.

 

Durante siglos posteriores, las guías de viajes evolucionaron gracias a las rutas comerciales y las peregrinaciones religiosas, dando un gran salto en el siglo XVII, cuando muchos aristócratas que recorrían Europa siguiendo el “Grand Tour” publicaron sus experiencias –especialmente en tierras italianas-, así como sus opiniones sobre arte, estableciendo lo que era “apropiado” y “de buen gusto”.

Las guías sobre el “Grand Tour” llegaron a las imprentas en el siglo XVIII para quedarse. “El Tour por Sicilia y Malta” de Patrick Brydone fue un gran éxito, leído incluso por los que nunca pisaron Italia, haciendo que el deseo de viajar se expandiera más allá de la aristocracia.

 

Otra importante figura en la transición de la guía más personal propia del XVIII hacia la guía moderna, más informativa, fue Mariana Starke. Su guía sobre Francia e Italia de 1824 se convirtió en la compañera de viaje básica de los británicos en el continente durante los primeros años del siglo XIX.

Starke supo ver la necesidad que un nuevo tipo de viajero tenía de datos útiles y prácticos: los británicos comenzaban a viajar en familia y con un presupuesto ajustado por lo que por primera vez se incluyeron consejos sobre equipaje, salud, pasaportes, el precio de la comida y el alojamiento en cada ciudad. Ese tipo de cosas que a los nobles viajeros de antes, con decenas de lacayos y palacios a su disposición parecían no importar (más o menos como ahora).

Starke incluso introdujo un sistema de signos exclamativos, antecesores de las actuales estrellas, para puntuar alojamientos, comidas, lugares, etc. Sus libros, publicados por John Murray, sirvieron de modelo para las guías posteriores.

 

La guía moderna hizo su aparición como tal la década siguiente, cuando el mercado de los viajes por placer se hizo más importante. John Murray comenzó a imprimir los “Murray’s Handbooks for Travellers” en 1836, que cubrían destinos de Europa, Asia y el norte de África. Las publicaciones de Murray se alejaban por completo de las narraciones de viajes para servir de ejemplo de la planificación racional exhaustiva que era el ideal para el emergente sector turístico británico.

 

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Reseña de la época sobre los libros de mano de Murray.

 

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Colección de guías Baedeker.

 

Junto a Murray, el alemán Karl Baedeker fue el otro gran impulsor de las guías turísticas. Siguiendo el estilo del británico, Baedeker añadió detallada e ingente información sobre propinas, lugares de interés, atracciones, paseos, restaurantes, alojamiento, transporte y precios.  En 1846, Baedeker introdujo su sistema de calificación por estrellas. E.M. Forster hasta le dedica un capítulo de «Una habitación con vistas» a esta célebre guía: «Sin Baedeker en la Santa Croce».

Tanto las guías Murray como las Baedeker se convirtieron en la compra obligada de todo viajero antes de abandonar su país, gracias a su detallada y exacta información. El éxito de estas publicaciones se alargó hasta principios del siglo XX y, de hecho, aún se publican actualmente.

La próxima semana veremos la evolución de las guías de viajes después de la II Guerra Mundial y la irrupción de internet. Además, os recomendaremos nuestras favoritas para que no os perdáis nada en vuestros próximos viajes.